Otros sobrevivían al derribo paracaídas mediante para ser capturados en tierra firme. Fue lo que le ocurrió a Eric Williams, luego enviado al campo de prisioneros de Stalag Luft III, administrado por la Luftwaffe. Era un recinto de alta seguridad, construido sobre arena dificultar la excavación de túneles y equipado hasta con sismógrafos para detectar a quien osara intentarlo de todos modos. Por supuesto, lo intentaron de todos modos. Construyeron un caballete de madera que llevaban cada día al mismo sitio cerca de la valla perimetral. Mientras algunos prisioneros realizaban ejercicios gimnásticos arriba, abajo otros cavaban usando cuencos y varillas metálicas. La gimnasia ocultaba el verdadero propósito e impedía que los micrófonos detectaran el sonido de la excavación. Peter Butterworth, uno de los falsos gimnastas, formó un dueto y celebraba además conciertos cómicos que provocaban convenientes abucheos y pifias. Tras tres meses de trabajo tres escaparon. Williams escribió un libro acerca de esta treta, llevada al cine en 1950. Butterworth, hacía ya un par de años convertido en actor a tiempo completo, audicionó para representarse a sí mismo. Los productores lo rechazaron porque era “demasiado gordo” y “no convincentemente heroico”.

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Fuentes

Otto English. "Fake Heroes: Ten False Icons and How they Altered the Course of History". Ed. Hachette UK, 2023. ISBN: 9781802795912. Pág. 14 https://books.google.cl/books?id=4n3gEAAAQBAJ&pg=RA1-PT14