Un guerrero encuentra al paisano Guerrero

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Patricio Lynch, a.k.a El Príncipe Rojo

Antes de la Guerra del Pacífico, Patricio Lynch batalló por los británicos en la Primera Guerra del Opio. Avanzaba hacia una trinchera china cuando oyó:

—¡Por los mil demonios, estamos fregados!
—¿Qué es lo que ha dicho? —interrogó Lynch.
—¡Soy Pancho Guerrero, chileno, y no sé rendirme!
—¡Yo también soy chileno! ¡Dígale a sus soldados que paren el fuego y se rindan!

Guerrero, más sorprendido que otra cosa, le entregó su espada. Lynch intervino ante su capitán y obtuvo el perdón del compatriota que peleaba por los chinos.

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Durante la guerra el opcio fue confiscado y arrojado al mar. Había tanto –unas 1.200 toneladas-, que la operación tomó tres semanas. Lin Zexu, el funcionario gubernamental a cargo, compuso una oración dedicada al Océano, pidiendo perdón por la pestilente contaminación, y aconsejando a las criaturas marinas buscar refugio lejos mientras el opio se diluía.

Fuentes

Manuel G. Balbontín Moreno. “El príncipe rojo: Patricio Lynch”. Ed. Arcos, 1966. Pág. 35-36

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