“Y además, falta contraste para la transmisión televisiva”

“Y además, falta contraste para la transmisión televisiva”

“Y además, falta contraste para la transmisión televisiva”

Arthur Friedenreich

Para el Campeonato Sudamericano de Selecciones de 1921 (actual Copa América), el presidente brasileño Epitácio Pessoa dictaminó que nadie con piel morena podría integrar la selección por razones de prestigio patrio.
En aquellos días no era sencillo nacer con abundancia de melanina. El delantero Arthur Friedenreich era mulato, hijo de un alemán con una lavandera negra, y solía retrasar su entrada al ruedo porque antes se planchaba sus rizos para camuflar así sus genes africanos. El único mulato del Fluminese, Carlos Alberto, mitigaba su “condición” blanqueándose el rostro con polvo de arroz.

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Como local, Brasil obtuvo su primera corona en 1919. Fue una final de colosales 240 minutos, porque en el partido de desempate contra Uruguay se jugaron cuatro suplementos de quince cada uno. Hasta que Arthur Friedenreich, un tipo que jugó veintiséis años en primera división sin cobrar jamás un céntimo, alojó la pelota en las redes. Al día siguiente, su zapato embarrado engalanaba el escaparate de una joyería del centro de Río con una etiqueta que lo publicitaba como O glorioso pé de Friedenreich.

Fuentes

Eduardo Galeano. “Fútbol a Sol y Sombra”. Ed. Siglo Veintiuno, 5° edición, 2014. ISBN 9789876295024. Localización: 581, 584, 585

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