Como un delito me salvó de la pena de muerte

Como un delito me salvó de la pena de muerte

Como un delito me salvó de la pena de muerte

A la izquierda, el cuadro que vendió a Goering. Al centro, probando ante la justicia su talento como falsificador. A la derecha, su demostración terminada

Hermann Goering, el lugarteniente de Hitler, era coleccionista de arte. Robó, extorsionó y ocasionalmente compró pinturas, pero su gran meta era un Vermeer original. Hitler tenía dos. Un comerciante de arte neerlandés llamado Han van Meegeren le vendió uno, “Cristo con la Adúltera” (a la izquierda).

Tras la guerra, van Meegeren fue juzgado por traición, una infracción que se pagaba con la muerte, pues la obra era considerada un tesoro nacional neerlandés. Pero el comerciante reveló que no le había vendido una obra maestra a un criminal de guerra Nazi, sino que él mismo la había falsificado. Para demostrarlo, pidió que le trajeran morfina y alcohol -era la única manera que podía trabajar- y pintó otro maravilloso Vermeer. En lugar de la pena capital pasó solo un año en la cárcel por falsificación, y murió como un héroe para los neerlandeses.

Cuando Goering se enteró que su preciado Vermeer no era auténtico, en palabras de su biógrafo, “lucía como si por primera vez hubiese descubierto que había maldad en el mundo”.

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Fuentes

1-

Werness, Hope B. Denis Dutton. "Han van Meegeren fecit" in The forger's art: forgery and the philosophy of art. Ed. Berkeley: University of California Press, 1983. ISBN 0-520-05619-1. 2-

Paul Bloom. "The origins of pleasure". TED, julio de 2011 http://www.ted.com/talks/paul_bloom_the_origins_of_pleasure